El vacío como verdadero abandono

Está diluviando y las palomas, que han sido desahuciadas sin previo aviso, buscan cobijo apoyadas en los diminutos alféizares de las ventanas del "Cine Esperanza". Ha sido su zureo lo que me ha distraído de mis lecturas, algo que, a pesar de haber sido mis vecinas durante años, nunca había pasado. Tras las obras de mantenimiento del antiguo cine, se han cerrado las ventanas a cal y canto.
El estado de abandono y ruina del edificio me partía el corazón, pero las obras no han conseguido arreglármelo, como yo creía. Éstas han consistido únicamente en la reparación de cuatro cristales rotos, el apuntalamiento de la estructura y la tala de un árbol que, como las palomas, se había adueñado del interior. Todo este trabajo se ha llevado a cabo para volver a dejarlo vacío, más vacío que nunca esta vez. Me pregunto de qué sirve ahora. Me pregunto si no deberían construirse palomares como los que uno se encuentra en los amarillos campos castellanos. Me pregunto por qué no nos interesa la cultura y por qué no se invierte más en ella. Me pregunto por qué no somos más considerados con todo lo que nos rodea.
Así, el "Cine Esperanza" de Mieres, del que ya desaparecieron hace años Alfredo y Totó, las películas, las largas colas de gente a la entrada, y el olor a palomitas, se yergue hoy como una gran mole gris vacía y carente de vida. Me imagino el silencio y la humedad en el interior. Más inservible que nunca, te han arrebatado hasta la belleza "ruskiniana" de la ruina.




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