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Mostrando entradas de 2019

Lady Shalott

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  J. W. Waterhouse, " 'I am sick of shadows', said the Lady of Shalott", 1915. Art Gallery of Ontario. Lady Shalott vivía encerrada en una torre y sobre ella había caído una maldición de ignota procedencia: no podía mirar a Camelot. Aunque ignoraba las consecuencias, se pasaba el día tejiendo y observando el mundo exterior, no sin cierto amedrentamiento, a través de la ventana reflejada en el espejo. La luz del sol, los cánticos y las voces de los habitantes de Camelot y, en definitiva, la vida en toda su efervescencia, la hicieron ser consciente de su desgracia: " 'Cansada e stoy de las sombras', dijo La Dama de Shalott". Influído por la literatura medieval, el poeta de época victoriana Alfred Tennyson, autor de "La Dama de Shalott", sirvió a su vez de inspiración a los pintores de la Hermandad Prerrafaelita. Estrechamente conectados, pintura y literatura volvieron su mirada hacia el pasado medieval envu

Las mujeres y nuestros mundos deslumbrantes

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"Voy a hacer una casa-mujer. Tendrá un interior y un exterior, de forma que podamos caminar dentro y fuera de ella. La estoy dibujando. Dibujándola y pensando en su forma. Tiene que ser grande y tiene que ser una mujer difícil, pero no tiene que ser un horror de la naturaleza ni una criatura fantástica con una vagina dentada. No puede ser una monstruosidad típica de Picasso o de De Kooning, tampoco una Virgen María. Ni una cosa ni la otra para esta mujer. No. Tiene que ser auténtica. Todo en ella debe ser importante. Y habrá personajes dentro de su cabeza, hombrecitos y mujercitas inmersos en diferentes actividades. Unos escribiendo, otros cantando, tocando instrumentos, bailando o leyendo largos discursos que nos produzcan sueño a todos. Quiero que sea mi Lady Contemplación en honor de Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle, aquella monstruosidad del siglo XVII: una mujer intelectual. Autora de obras de teatro, novelas, poesía, cartas, filosofía natural y de una obra de ficció

El vacío como verdadero abandono

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Está diluviando y las palomas, que han sido desahuciadas sin previo aviso, buscan cobijo apoyadas en los diminutos alféizares de las ventanas del "Cine Esperanza". Ha sido su zureo lo que me ha distraído de mis lecturas, algo que, a pesar de haber sido mis vecinas durante años, nunca había pasado. Tras las obras de mantenimiento del antiguo cine, se han cerrado las ventanas a cal y canto. El estado de abandono y ruina del edificio me partía el corazón, pero las obras no han conseguido arreglármelo, como yo creía. Éstas han consistido únicamente en la reparación de cuatro cristales rotos, el apuntalamiento de la estructura y la tala de un árbol que, como las palomas, se había adueñado del interior. Todo este trabajo se ha llevado a cabo para volver a dejarlo vacío, más vacío que nunca esta vez. Me pregunto de qué sirve ahora. Me pregunto si no deberían construirse palomares como los que uno se encuentra en los amarillos campos castellanos. Me pregunto por qué n