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La maternidad

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Janine Antonini, 2038 (2000).     «No voy a hablar de arte, voy a hablar de sentimientos. Aunque, ¿acaso lo primero no conlleva, necesariamente, lo segundo?». He borrado y escrito esta frase al menos unas cuatro veces. Plasmar por escrito la esencia de lo que una quiere transmitir o de lo que está pensando no es fácil, pero la he terminado aceptando ante la imposibilidad de desentrañar de mi cabeza otras palabras, y porque esta vez ha ganado el «mejor escribir que dejar que todo se evapore». En definitiva, lo que sin ningún éxito poético-literario pretendía advertir al lector en esa frase de apertura es que no debe esperar de este artículo un análisis artístico sobre la obra de Janine Antonini, a quien, debo confesar, conocí hace pocos días. La cuestión es que, por motivos que no vienen al caso, aunque siendo historiadora del arte tampoco resultará una sorpresa para nadie, ayer mismo me sumergía por primera vez en la lectura de una antología de textos de Linda Nochlin sobre mujere

Lady Shalott

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  J. W. Waterhouse, " 'I am sick of shadows', said the Lady of Shalott", 1915. Art Gallery of Ontario. Lady Shalott vivía encerrada en una torre y sobre ella había caído una maldición de ignota procedencia: no podía mirar a Camelot. Aunque ignoraba las consecuencias, se pasaba el día tejiendo y observando el mundo exterior, no sin cierto amedrentamiento, a través de la ventana reflejada en el espejo. La luz del sol, los cánticos y las voces de los habitantes de Camelot y, en definitiva, la vida en toda su efervescencia, la hicieron ser consciente de su desgracia: " 'Cansada e stoy de las sombras', dijo La Dama de Shalott". Influído por la literatura medieval, el poeta de época victoriana Alfred Tennyson, autor de "La Dama de Shalott", sirvió a su vez de inspiración a los pintores de la Hermandad Prerrafaelita. Estrechamente conectados, pintura y literatura volvieron su mirada hacia el pasado medieval envu

Las mujeres y nuestros mundos deslumbrantes

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"Voy a hacer una casa-mujer. Tendrá un interior y un exterior, de forma que podamos caminar dentro y fuera de ella. La estoy dibujando. Dibujándola y pensando en su forma. Tiene que ser grande y tiene que ser una mujer difícil, pero no tiene que ser un horror de la naturaleza ni una criatura fantástica con una vagina dentada. No puede ser una monstruosidad típica de Picasso o de De Kooning, tampoco una Virgen María. Ni una cosa ni la otra para esta mujer. No. Tiene que ser auténtica. Todo en ella debe ser importante. Y habrá personajes dentro de su cabeza, hombrecitos y mujercitas inmersos en diferentes actividades. Unos escribiendo, otros cantando, tocando instrumentos, bailando o leyendo largos discursos que nos produzcan sueño a todos. Quiero que sea mi Lady Contemplación en honor de Margaret Cavendish, duquesa de Newcastle, aquella monstruosidad del siglo XVII: una mujer intelectual. Autora de obras de teatro, novelas, poesía, cartas, filosofía natural y de una obra de ficció