Gafas nuevas
El pasado miércoles cambié de gafas. Esta vez, a pesar de mis dioptrías, he conseguido por fin una buena oferta: por poco menos de trescientos euros me he llevado un par. Para quienes la naturaleza les ha dado un agudo sentido de la vista e ignoran por suerte los precios de las monturas y las lentes para altas graduaciones esta cantidad puede parecerles excesiva. Pero yo, miope desde los nueve o diez años, os aseguro que es una oferta cojonuda. Después de unos tres años con las mismas gafas empecé a ser consciente hace poco, aunque de manera sutil, de mi necesidad de arrugar los ojos para leer los subtítulos de una película o para percibir con claridad una señal de tráfico. Así que, aunque el desarrollo de este defecto ocular llevaba estancado unos años, mi nueva graduación me confirmó cómo mi estrecha y obligatoria relación con los libros me había regalado, además de un poco más de conocimiento, un par de dioptrías. Así, mi nueva y nítida visión del mundo desde hace un par d